La poesía es un gesto que se aventura

Recital de poemas eróticos "Mistela". Organizado por Asociación Cultural A13, Manilva, Málaga.

«La poesía es un gesto que se aventura«
Peter Sloterdijk

 

«El lenguaje no pertenece a la lengua, sino al corazón. La lengua es sólo el instrumento con el que se habla. Quien es mudo es mudo en el corazón, no en la lengua. […] Déjame oírte hablar y te diré cómo es tu corazón.»

Paracelso

Mi relación con la escritura es como un medio de liberación y no como un fin de perfeccionar ninguna técnica. Con la práctica y la lectura voy encontrando nuevas maneras de navegar con este logos. No soy una profesional en este ámbito. Aquí vengo a desaparecer y expandirme, y en este gesto también conmigo la palabra.

Mi actividad de escritura comenzó a ser expuesta en el momento en el que al presentarme al concurso de poesía por el día de la mujer en el 2022 gané el primer premio local con «Érase una vez, una niña, una mujer» , firmada con el seudónimo de Mara Teillard, nombre que también tiene su trasfondo. 

Entrega de premios en el concurso de poesía donde gané el primer premio local con "Érase una vez, una niña, una mujer". Manilva, Málaga, Mayo de 2022.

Al poco tiempo Juan Emilio me invitó a participar en la primera antología poética de Manilveños. Acepté con ilusión este regalo.

En esta antología poética me aventuré a la recopilación de posibles poemas que irían a formar parte del cuerpo de este libro. Elegirlos, revisarlo, acicalarlos para su salida al mundo, pero justo y necesario para guardar sus esencias y que no se conviertan en procesos edulcorados bien civilizados. Estos 10 poemas fueron mi primera colección de entrega al mundo de investigaciones a través de la poesía. 

Gracias a Juan Emilio por animarme y reunirnos a estos cuantos poetas de este rincón del mundo.

Un honor para mi compartir cuerpo literario con personas que admiro antes de que por su don de palabra, por su cualidad inteligente y bondadosa ante el mundo:  Belén Pose, Teresa Floro, Antonio Ríos, Carmen Sanchez Melgar, Francisco Rodríguez Herrera, Rogelio Martínez Arévalo, Juan Emilio Ríos Vera, Juan Antonio Almado, David Fournier, Águeda Matilde Ortega Moreno, Joaquina Cañadas Blanca, Nieves Rojas Vázquez, Marcos Vazquez, Dolores Loyzaga.

 

Y a continuación, los 10 títulos de mis poemas en esta antología:

  1. Érase una vez, una niña, una mujer (167)
  2. Cuando me deje de importar (168)
  3. La Danza de la Vida (169)
  4. El peso invisible del alma (170)
  5. Hermosa criatura (171)
  6. Todo lo que veo en ti (172)
  7. Diario de caída (173)
  8. Radiografia de una indigestión (175)
  9. Confía (176)
  10. Coordenadas del origen (178)

Cada uno de ellos sigue su curso abriendo nuevos mundos. Son como semillas de pensamientos que en su momento encontraron cuerpo en la poesía y que algunos siguen su transcurso en otros medios como el modelado o la danza butoh. 

Recuerdo una de las acciones de escritura que he realizado que más me han marcado por su labor de apertura de la realidad, fue creo que entre mis 12 y 14 años, cuando en una hoja de una libreta tamaño A4 con líneas celestes pude volcar la emoción que me tenía raptada en ese momento. A través de la tinta del boli bic y sin parar de escribir muy pequeñito no descansé hasta que el sentir se quedó tranquilo. Fue como una especie de purga liberadora. Al leer este escrito mis hermanos y madre y padre no se creían que lo había escrito yo. La verdad, «yo» tampoco me reconocía y es desde ahí desde donde escribo, no para reconocerme y perfeccionarme sino para facilitar la liberación, la mía propia y por consecuencia la de algún nudo subconsciente colectivo, y también, para seguir explorando creativamente nuevos horizontes hacia donde seguir naciendo. 

La poesía y la escritura como gesto en movimiento, como entrega a la musa alada del verbo del corazón, como cultivo creativo de la naturaleza que somos.

Acción poética de lectura del poema "La imaginación nos hace..." mientras comía margaritas. Durante la exposición de Francisco Villalobos en Cachito Art, Coin.

Un diseño primero se sueña

«Diseñar no es solo resolver problemas, sino crear modelos de existencia.«
Vilém Flusser, «Hacia una filosofía del diseño»

 

“La autenticidad no se grita, se vive. Y cuando se comparte desde ahí, no busca aplausos, pero inevitablemente deja huella.”

Andy Stalman

Relación entre el arte y el diseño

En mi experiencia diseño y arte se nutren de las mismas fuentes: la imaginación, la intuición y la sensibilidad estética.

A los diseñadores colegas a quienes he planteado esta relación arte-diseño han reaccionado con un “no”. Sin embargo, desde la profesión de artistas, aceptan que existe un discurso en su obra que se relaciona con esa mente más de diseño.

Esta información proporciona indicios sobre desde dónde nos movemos como sociedad. En los entornos profesionales donde se valora la hiperproductividad, la mente artística rara vez se reconoce como un componente relevante en la actividad de estas empresas y al diseñador se le suele considerar como un utilitario a demanda. Y en entornos profesionales donde se valora la creatividad, la dirección artística es fundamental, en estos entornos la figura del diseñador tiende a verse como un pensador.

Ambos espacios de trabajos están enmarcados en una sociedad capitalista, es decir que ambos deben ser productivos y ajustarse a unos tiempos acordados de entrega. La diferencia reside en que, en un entorno reproducen lo ya existente, y en el otro entorno crean contemplando las diferentes necesidades.

Por lo tanto, en el diseño podemos encontrar una actividad creativa donde a cada proyecto le damos su tiempo de reflexión, donde la creación es una consecuencia de una investigación previa, o por otro lado, podemos encontrar, una actividad no creativa que se ajusta a la reproducción de patrones ya existentes, donde el acto creativo de pensar sirve exclusivamente como un receptor de ordenes a ejecutar

En base esto me hago las preguntas básicas sobre ¿qué consideramos como mente artística y cómo mente diseñadora?. ¿A dónde nos lleva una actividad creativa y una actividad no creativa?.

Todo esto me abre el planteamiento sobre los límites de la creatividad, del diseño y de nuestra propia percepción del mundo profesional.

La pregunta como nave de exploración

A continuación comparto esta práctica de hacerse preguntas consecutivas que ayuda a llegar al hueso de la cuestión. Es un juego donde la única regla es atravesar la lectura y comprensión de cada pregunta. Una acción para exprimir al pensamiento a través de una exploración performativa del interrogante. Te invito a dejar a un lado las respuestas ya conocidas y a que cada pregunta sea un detonante del pensamiento intuitivo e imaginación activa:

    • ¿Qué hace que la mente artística esté sistemáticamente excluida de los entornos empresariales más productivos, por ejemplo, del diseño?

    • ¿Qué tipo de perfiles se valoran en estos contextos, y hacia dónde nos conduce una productividad que deja fuera lo genuino y particular de cada ser-en-el-mundo?

    • ¿Qué significa ser artista para quienes consideran inválida esta actitud dentro de sus objetivos?

    • ¿Por qué la mente artística es raramente incorporada en las estrategias empresariales?

    • ¿Se trata de una cuestión de poder, de eficiencia o de una concepción limitada de lo creativo?

    • ¿Existe realmente una separación natural entre la mente analítica y la artística, o es una construcción social?

    • ¿Nos hemos civilizado en el proceso a la adultez hasta olvidar nuestra naturaleza creativa?

    • ¿Qué implica pensar, actuar y sentir artísticamente? ¿Y creativamente? ¿Y conceptualmente?

    • ¿Podemos crear sin un pensamiento creativo?

    • ¿Es posible diseñar sin esta dimensión de reflexión y sensibilidad?

    • Si trabajamos de manera estrictamente analítica, ¿qué lugar queda para la intuición y la imaginación en la toma de decisiones?

    • ¿Cómo hemos llegado al punto de no cuestionarnos los datos como consecuencia de procesos creativos consecutivos?

En los entornos de investigación en movimiento en los que practico solemos decir «a muchas ideas pocos pies». Hacerse preguntas en la dirección de la gravedad nos conduce inevitablemente a trabajar con menos conceptos vacíos. 

El mundo conceptual tiene bastante de cuerpo social y poco de cuerpo real. Es decir, muchas ideas y poco movimiento. Poner en valor al peso de la realidad que somos dinamiza en los espacios que habitamos otras cuestiones que nos interpelan directamente.

Atender a la naturaleza de una creación, con sus tiempos y espacios necesarios, es inevitable cuando el propio creador se vive también desde ahí.

Por lo que incluir el espacio de la pregunta en el movimiento creativo del trabajo del diseñador sería esencial para dar nacimiento a un cuerpo con sentido que contiene un lenguaje más allá del ejecutivo. Es verdad, que los espacios de trabajo, según como estén diseñados, facilitan un pensamiento ejecutivo o creativo. El cuerpo espacial también va a determinar la dirección del pensamiento. 

Cuestionarnos la hegemonía del pensamiento libera al pensamiento, al igual que a crear se aprende creando. A veces estamos tan inmersos en la rueda de hacer cosas en el día a día, que cuestionar lo heredado en cada momento necesita de una práctica, donde el vértigo y la sensación de muerte son fases necesarias de la naturaleza que somos. 

Cuando la dirección de la pregunta va en otras direcciones a las predominantes, despliega otras posibilidades del pensar. Esto es una ventaja en el sentido creativo porque llegas a espacios liminares donde no llegaríamos si fuéramos una extensión del brazo productivo.

Esta actividad de ir en otras direcciones a la predominante requiere de una mente artista. Una mente dispuesta a descubrir lo emergente. Un cuerpo dispuesto a navegar por el subconsciente de la psique, donde sueños y realidad se entrelazan. Una mente que reposa en realidades también invisibles, como son las emociones, las sensaciones, los sueños o la memoria. 

En este caso, el diseñador estaría trabajando como en un laboratorio, donde explora posibilidades y abre caminos. Donde el la atención no está puesta en la forma final sino en la necesidad. El diseño final es consecuencia de la escucha a nuestra necesidad.

 

La cuestionable objetividad de la razón

Muchos filósofos se han cuestionado la idea de que la razón sea un principio neutral y universal. La razón está atravesada por marcos históricos, políticos y culturales que la modelan. Nietzsche decía que “no existen hechos, solo interpretaciones”, apuntando al carácter subjetivo de cada conocimiento.

La razón no siempre es tan objetiva, ni tan “razonable” como podría esperarse. Las emociones y deseos humanos influyen en nuestra capacidad de razonar. La razón sirve a pasiones determinadas, entre ellas a la propiedad privada, más que a un bien común.

Seguir a la razón sin cuestionamientos nos lleva a la rigidez de pensamiento y de relación, seguir a la intuición nos hace porosos a realidades emergentes y nos conduce a un pensamiento naciente.

Siguiendo esta base, Blaise Pascal decía que la razón es la propiedad mejor repartida entre los hombres, «nadie reclama más cantidad de ella, porque todos creen tener suficiente». Esto tiene que ver con la idea de la propiedad de la identidad. Si pensamos que nos poseemos a nosotros mismos como indivíduos inalterables, vamos a tender a querer poseer al mundo, a verlo como una extensión del sujeto. Los creadores que se guían por la objetividad de la razón ven a la acción creativa como hijos propios nacidos de su individualidad y de sus ideas.

Esta tendencia genera islas de pensamiento impermeables de las que no se puede entrar ni salir. Es decir lo creado desde este pensamiento no respira, no tiene vida. Nace muerto. Esta racionalidad moderna opera como un dispositivo de poder, o estas dentro o estas fuera. La razón es un constructo social y sirve para ciertas actividades burocráticas pero es muy limitada por si sola.

La razón por lo tanto va cambiando según su contexto cultural. Los parámetros de lo que es un diseño razonable se basa en el carácter consciente de cada cultura, de si entra en los parámetros aceptados de esa sociedad o no, donde las decisiones se mueven desde lo aceptado. En esencia, la intuición es comunicación, movimiento, y la razón es dictado, clasificación.

La toma de  decisiones solo desde la razón implica basarlas en un constructo social cambiante sin fundamento humano o natural. Antes de seres sociales somos seres humanos y antes de seres humanos, somos naturaleza. 

María Zambrano abogaba sobre la necesidad de una razón poética. Cuando la razón se encierra en sí misma, se convierte en una razón puramente instrumental incapaz de dar cuenta de la experiencia humana en toda su complejidad, es decir que pierde la capacidad de abrirse a lo inefable y lo vital.

A la hora de diseñar necesitamos de esta reflexión urgente: ¿qué dejamos fuera cuando reducimos la creación a métricas y datos?, ¿qué voces y mundos quedan silenciados cuando solo lo racional se considera válido?

Para diseñar propiamente, debemos conocer los orígenes de este pensamiento contemporáneo occidental en el que estamos inmersos desde hace siglos. Conocer sus orígenes, deseos y anhelos, sus sombras y sus luces nos conduce a un pensar con horizontes más lejanos donde el territorio de exploración creativa accede a su inmensidad.

El libro En los oscuros lugares del saber, de Peter Kingsley, orienta sobre estas cuestiones, explorando la mente occidental y su nacimiento.

 

El sueño de la razón produce monstruos

El título de esta sección pertenece a una obra de Francisco de Goya. Y al hilo de la reflexión me pregunto si realmente se puede soñar la razón. Si todo nace de un sueño previo a este dramático que somos, ¿somos el sueño de una razón?

Como he apuntado anteriormente, la razón es un ente colectivo. Visitando ahora a la razón desde las lentes del animismo y del pensamiento filosófico antigüo chino, si el “yin” del pensamiento es la razón, o concreción de una manera de ser, ¿es el “yang” del pensar la intuición?. Y yendo más allá, ¿es la intuición también un constructo?

Pensando en maneras de recuperar el pensamiento artístico en los territorios laborales veo que sigue existiendo en nuestros tiempos un desuso del músculo poético. Y como decía Zambrano abogo por recuperar una razón poética, donde el diálogo entre diferentes realidades exista.

Parafraseando a Peter Sloterdijk, situarse en realidades prelingüísticas es, hoy, un acto de recuperar la relación entre intuición y razón, expandir la percepción y recordar el espíritu de comenzar-en-lo-comenzado.

Ir hacia el origen es residir en la cualidad inabarcable de la creación… Toda creación es un acto o pieza que performa algo anterior a nuestro concepto de persona o producto; algo más amplio que la idea de propiedad, que se despliega y continúa, expresándose a través de diferentes seres y profesiones.

Se me hace necesario atravesar al sueño de la razón (que produce monstruos) en el que estamos inmersos. Seguir a la pista del sueño de la intuición que no produce, sino expande la percepción. Prefiero ir hacia ahí, marcarme como horizonte cada vez, el sueño de la intuición a cada paso que de en esta tierra, en los amores, en los proyectos de diseño, en las performance, en el dormir y en lo cotidiano. 

¿A quienes servimos con nuestros actos? ¿Qué alimenta nuestra acción creativa? Excluir la mente poeta del día a día y de los espacios empresariales es excluir la cultura del pensar y reflexionar. 

Y desglosando más eslabones de la cadena de la razón, la cultura de la evasión y del entretenimiento surge de esta asfixia de exceso de razón. Civilizaciones capitalistas donde la mayoría de personas que hacen funcionar este sistema, reclaman balones de oxígeno al final de cada jornada, unos deseando jubilarse, otros deseando que les toque la lotería para comenzar a vivir. Si deseamos los mismos horizontes estaremos siempre en los mismos lugares. Deseemos otros horizontes más alineados con la voz del corazón.

Otros diseños de otras civilizaciones son posibles… Hay una realidad infinita que abisma al ser humano y es accesible.  Disponerse en ese lugar implica cuestionar constantemente los principios heredados, y dota de la capacidad de diseñar con nuevos y lejanos horizontes, lejos de los cortoplacistas.

Dos ingredientes imprescindibles para el diseño de otras realidades es desacelerar las revoluciones mentales, y otro, moverse intuitivamente desde pensamiento, sensación y acción. 

 

Soñar al diseño

Antes de reconocernos como diseñador, artista, hijo, mecánico, escritor, derechista, divulgador o don nadie, antes de todo ser, hemos sido un sueño. Y toda actividad consecuente nace de otro sueño.

Diseñar es, sin duda alguna, un acto creativo, comunicación visual y un medio de transformación del cotidiano. Las grandes organizaciones, educativas, religiosas o corporativas, conocen el poder del diseño y lo utilizan para modelar comportamientos y percepciones.

Pasar por alto el valor del diseño es menospreciar una actividad en la que estamos inmersos desde la prehistoria. Preguntarnos a quién sirve cada diseño nos da pistas sobre sus intenciones. Estos mapas pueden adoctrinar o liberar.

Para que el diseño sea atractivo, debe contener eros y potencialidad, no puede reducirse a mera utilidad, sino revelarse desde su propia particularidad. Soñar para sintonizar con la dimensión sutil de la creación constituye un ejercicio de pensamiento entre intuición y razón. Lo que no se piensa se repite sin sentido; lo que se sueña puede nacer.

El primer movimiento consiste en abrirse al espacio intangible de la imaginación, activando la inteligencia intuitiva que revela verdades imposibles de racionalizar.

En los espacios de diseño, la inteligencia intuitiva recibe poca atención. Esta forma de inteligencia está ligada a la percepción y al pensar a través de los sentidos. A menudo se educa y se adoctrina a clasificar, archivar y etiquetar desde una moralidad y ética productiva en la que el cambio se percibe como enemigo.

¿Quién teme cambiar?. ¿Por qué se ha asumido que una acción define a una persona de manera permanente?. ¿Qué tipo de cárcel representa esta visión, de la que ni siquiera somos conscientes?

Soñar permite derribar estos muros, o descansar de la carga de perpetuar creaciones ajenas a nuestra realidad. Soñar al diseño es, en definitiva, entrar en contacto con aquello que lo hace posible.

 

Entre arte y diseño: creatividad

La dimensión utilitaria del diseño constituye su principal diferencia con el arte, pero que una creación sea utilitaria no le impide ser detonadora de nuevas relaciones de ser. La capacidad del diseño de concretar ideas no significa que los diseños cierren posibilidades, sino que ofrecen mapas concretos para viajar, interactuar y conocerse, o perderse.

La creencia de que un objeto o servicio carece de ánima proviene de la realidad contemporánea de relación entre personas como entes utilitarios, lo que denominamos cosificación de los cuerpos. Este pensamiento se fundamenta en que la dimensión de la creación es correlativa a la dimensión del creador. 

Cuando nos relacionamos con el mundo y quienes lo habitan desde la lógica del “usar y tirar”, sin contemplar la dimensión anímica e inabarcable de cada indivíduo, cada acción realizada como diseñador nace de ese entendimiento: si el diseño surge muerto es porque emerge desde una interioridad cosificadora.

Los diseñadores deben ser también estudiosos de la psique humana, para comprender y no solo justificar, para crear y no repetir.

Arquetípicamente, el artista explora los espacios liminares de la realidad, mientras que el diseñador labra el terreno de la psique contemporánea, de sus sueños y aspiraciones. Ambos beben de la imaginación activa, ese campo de resonancia entre imágenes y vida que Aby Warburg identificó como motor de la práctica creativa.

¿Cuánto de artista tiene un diseñador? ¿Cuánto de diseñador tiene un artista?

Cada objeto, identidad o cartel contiene fragmentos del alma de quien lo crea y de quien lo encarga. Como afirma Andy Stalman, conocido como Mr. Branding, todo diseño es un relato compartido, un universo emocional en el que la autenticidad funda vínculos duraderos.

Diseñar implica habitar la paradoja, atender lo utilitario sin olvidar lo poético, ser mediador de aquello que quiere nacer.

 

Dimensión ética y humana del diseño

Diseñar no es solo técnica, también es una extensión de lo humano (cuerpo político, percepción civilizada, memoria heredada y relación simbólica con el mundo) y una extensión de la naturaleza que somos (cuerpo, percepción, memoria y relación). Cada decisión de diseño comunica, transforma y genera experiencias, por lo que requiere reflexión y criterio propio.

El diseñador que desarrolla un pensamiento antropomórfico reconoce que todo diseño nace de lo humano y vuelve a lo humano, con su misterio, su escala, sus límites, sus deseos y sus sueños.

Sin esta consciencia, el diseño corre el riesgo de convertirse en mera extensión de voces dominantes, perdiendo su potencial creativo y liberador. Somos mucho más de lo que nos han contado, mucho más que la dimensión social y la humana.

En la danza butoh del Arte de Nacer, de Jonathan Martineau, se practica el pensar en movimiento, improvisaciones que liberan al ser de las expectativas impuestas. Una filosofía en movimiento que permite poner en práctica las ideas, es decir darle pies a lo que experimentamos. Esto apunta a la idea de que nuevos mundos están disponibles para ser soñados, danzados y diseñados. Está a nuestro alcance la capacidad de dejar emerger lo posible.

Diseñar es, en esencia, un acto de imaginación activa y atención perceptual. Cada forma, cada gesto, comunica algo sobre nosotros y sobre el mundo que habitamos, con sus sombras y sus luces.

Soñar el diseño antes de concretarlo permite que lo intangible se revele a través de la creación y que mueva mentes, que enamore o genere rechazo. Un diseño que no conmueve es un diseño sin diálogo. Pensar el diseño como extensión de otros sueños es también dotarle de un mundo propio.

Un libro que ha sido particularmente incendiario en mi reflexión es Un mundo común, de Marina Garcés. Habla extensamente sobre moralidad y ética, con un lenguaje directo que llega al corazón, rompiendo corazas de conceptos e ideas incrustadas en la mente.

Porque amo diseñar y veo su potencial, escribo estas líneas como un acto de compartir y de seguir ampliando horizontes.

Que cada objeto o servicio que creamos se convierta en un puente entre lo humano y lo posible. En la tensión entre razón e intuición, entre utilidad y poesía, un poco de vértigo cotidiano es necesario para no permanecer en la superficie y quemarnos en la constante exposición a la consciencia heredada. Salir del tintineo de la postergación y movilizar nuestras mentes-cuerpos-espacios es esencial para seguir naciendo, soñando y creando.

Que el diseñador se convierta en matrona de la experiencia y creador de futuros, recordándonos que el diseño no solo construye cosas, sino dispositivos, islas de experiencia, mundos.

Por una dignidad de nuestra profesión, cread y seamos felices.

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